"STAT ROSA PRISTINA NOMINE, NOMINA NUDA TENEMUS"

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El blog de Pelayo Castillo Palacios

miércoles, 9 de mayo de 2018

LA PESTE DEL XVII EN NIEBLA (IV) DE LO DIVINO Y LO HUMANO


La religiosidad estaba fuertemente implantada en el pensamiento del hombre del siglo XVII, de forma y manera que los designios divinos jugaban un papel predominante en las creencias populares y en el propio devenir cotidiano de sus propias vidas. Por lo tanto en esta crisis que supuso la epidemia de peste no sólo se tomaron medidas de aislamiento físico y prevención médica, también se necesitó de ayuda “celestial” para sobrellevar el terror al contagio.

Como muestra el Corpus; ni siquiera las limitaciones impuestas para las personas venidas desde fuera impidieron que el 13 de mayo de 1649 se nombrasen dos diputados entre los miembros del cabildo para que se acomoden dos dansas, la una de hombres y la otra de mujeres, para que bayan baylando delante del Santísimo Sacramento; estos danzarines se contrataban fuera de la villa, lo que ya suponía saltarse las limitaciones impuestas para los foráneos.

Tampoco las manifestaciones religiosas que implicaban aglomeraciones de vecinos fueron problema ante la posible intervención del patrón de Niebla, ya que en el mes siguiente  Acordose que para el domingo benidero, treze del co- / rriente, se haga la fiesta del bienabenturado San / Ubalabonso, patrono desta uilla, y se digan sus bís- / peras y misa y prosesión; y para ello se conbiden / a todos los clérigos presbíteros y se nombró por dipu- / tado para ello a el licenciado Francisco de la Calle Monsalue, / alcalde hordinario.

No sabemos hasta qué punto los santos patronos de Niebla intercedieron por sus protegidos, pero lo que sí es cierto es que la mortandad tuvo que ser muy pequeña ya que un año más tarde, el 17 de diciembre de 1650 se contrata a Francisco García, vecino de Moguer, y maestro de chirimías[1] para que enseñe a 3 uezinos desta uilla, de forma que puedan tocar en las tres fiestas principales que organiza el cabildo de Niebla, el Corpus, San Walabonso y Santo Domingo de Guzmán; toda esta circunstancia justificada por la reunión del cabildo en el que se trató y confirió que atento a que / la divina majestad de Dios Nuestro Señor fue serbido / de hazerle a esta uilla y sus bezinos tanto fabor de li- / brallos de contaxio de peste, dándoles colmada / salud, en fasimiento de gracias, tienen asentado de / traher a esta uilla a Francisco García… para el pago del referido maestro (mil reales cada uno de los dos años que se le contrata) se ordenó cargar 2 maravedíes en cada libra de carne que se vendiese en la villa.


La celebración de las correspondientes fiestas patronales las podemos comprobar tanto para las de Santo Domingo  para quien este cauildo se acordó que se haga la fiesta acostumbrada/ de Señor Santo Domingo y se compre un toro para garrochas y / con el se traygan otra media dozena de toros para que la / víspera de su día para que se regosije algo la gente y uezinos desta uilla. Un regocijo que no entenderíamos si la situación de la villa estuviese tan castigada por la peste como la propia Sevilla, cuando nos referimos a su enorme mortandad y que veremos más adelante.


            ALGUNOS EJEMPLOS MÁS TERRENALES

            Como final (siempre temporal como defendemos en nuestra búsqueda de información) veremos una serie de casos concretos que nos han llamado especialmente la atención por motivos de diversa índole.

            Ya publicamos en febrero el artículo titulado UNA MUERTE EXTRAÑA EN LAVAPIÉS, que nos sirvió para abrir esta serie dedicada a la peste.

            El 1 de junio de 1649 el licenciado Alonso Baca / a benido de la siudad de Seuilla donde de presente ay mal / de peste de que mueren cada día quatrosientas personas, es un testimonio directo de la alta mortandad que sufrió la capital andaluza; Alonso Baca traía consigo dos mujeres, parientas suyas a las que se les prohíbe acercarse a Niebla ni dos leguas a el rededor de ella con apersibimiento que /  se procederá contra dichas mugueres a expelerlas biolenta- / mente de término desta uilla.

            Otro testimonio de la inflexibilidad del cabildo lo vemos con un criado de el licenciado Bartolomé Gomes Querido que, a algunos días que bino / de la siudad de Seuilla, y a bista de la justicia y diputa- / dos, quemó toda la ropa y calsado de su bestir y que / traya puesta, y se quedó en cueros y se labó con bina- / gre, y hizo otras prebenciones  de linpiesa, y se le mandó re- / tirar a el campo sin que entre en esta uilla, atento a lo referido. Y / bisto por dichos justicias y capitulares y diputados de / la guarda, se acordó que hasta el domingo que biene / se detenga el dicho criado y no entre en esta uilla y que / declarando el dotor Antonio Despinosa de sanidad / del dicho criado, se le de testimonio para que entre en / el dicho domingo venidero.


            Las supuestas propiedades antisépticas del vinagre también las podemos ver en un intercambio comercial que hace un vecino de Niebla, Alonso Sánchez de los Olivos, quien vende 400 libras de tocino  a siertos hombres, uezinos de Alcalá, el cabildo nombra un diputado que marca el lugar de intercambio y la forma de hacerlo: y ellos en- / treguen el dinero; se eche una poca de lum-/ bre para que él se purifique y que sea plata // y luego lo entre en binagre tres días; y en esta / forma, se le da licensia y no de otra manera. /  Pensamos que el uso de la plata está justificado en el pensamiento de que es moneda poco corriente y, por tanto, menos expuesta a pasar de mano en mano y contagiarse.

            Al vinagre se le pueden añadir remedios casi exclusivos de Niebla, de forma que Juan Rodrigues, uezino desta uilla a / treze días que está en el campo a el sol y ayre con que / ya se a purgado bastante que, bañándose en / el río y después labarse con binagre, y que- / mándose la ropa toda de su bestir que a tenido y / tiene puesta, y poniéndose un vestido conosido, / se le da licensia para que entre en esta uilla.

            Quizás el más llamativo, no sólo por ser el que más se trató en los cabildos sino por la persona que se vio afectada es el referente a don Fernando de Salazar, el corregidor de la villa, o lo que es lo mismo, el representante del Rey para Niebla y la tierra de su jurisdicción, un alto cargo (probablemente el más alto) de la vida política local. Don Fernando de Salazar el 7 de mayo de 1649 llevaba 15 días en la ciudad de Sevilla, donde sus vezinos y los de Triana están padeciendo mal de peste y contaxio, llega a Niebla con su hijo y, conocedor de las restricciones locales pide permiso para poder entrar; se resolbió por el dicho cabildo y diputados que / atento a que todos los uezinos desta villa están / ympunando y contra, diziendo la entrada del dicho / licenciado don Fernando de Salazar para el riesgo que puede / benir de haber algún contaxio del que pa- / dece la dicha siudad y que puede ser de notable / daño a esta villa y sus bezinos la dicha entrada / por el peligro a que se expone y abentura / por el dicho contaxio que puede traer. Que por / agora se le deniegue la dicha entrada y que el suso- / dicho se retire por treinta días desta villa fasta que / otra cosa se resuelba  por el dicho cauildo y diputa- / dos y así lo acordaron de que doy fe. /
Y asimismo se acordó que se le escriba a su excelencia de la / caussa que este cauildo tubo para no dexar en- / trar en esta villa al dicho corregidor. /
            Conocedores de la importancia del personaje y para evitar problemas con la corona, se le comunica al Duque de Medinasidonia, señor de la villa.

            El corregidor se retira a la ermita de Nuestra Señora del Pino, pero no espera los 30 días preceptivos, cuando lleva 11 vuelve a solicitar permiso para entrar en Niebla, pero nuevamente se le deniega argumentando que durante su estancia en la ermita le han enviado ropa desde Bollullos, en ese momento afectada por la peste, y también ha recibido a dos mozos que venían desde Cádiz, igualmente apestada.
            Ante la insistencia del corregidor, a los 22 días de alejamiento, el cabildo nombra una comisión formada por la cleresía desta uilla / y el prior del combento  y a otro compañero suyo y a o- / tras personas principales y a el dotor de medisina / para que, con acuerdo y parecer de todos, se tome resolu- / cion en la pretençion del dicho corregidor. /
            Una vez visitado el corregidor las consecuencias fueron las siguientes:
su merced el licenciado Francisco de / la Calle Monsalue, alcalde hordinario desta villa, resibió juramento / en forma de derecho de el dotor Antonio Despinosa / Bocanegra, médico desta villa y de Diego Martín Montalban, siru- / jano, los quales auiéndolo firmado, prometieron de dezir / berdad y siéndoles preguntado desa y declaren el / estado de sanidad en que de presente está el licenciado don Fernando / de Salazar, corregidor desta uilla, y si puede entrar o no en / esta uilla sin que sea en daño y perjuizio de los demás uezinos de / ella. Dixeron que ellos an ydo en birtud de lo acordado / por el dicho cauildo, an ydo a la hermita de Nuestra Señora / del Pino, adonde an hallado al dicho corregidor y le an / mirado y tomado los pulsos, y por la dibina my- / sericordia de dios le an hallado bueno y sano y sin pe- / ligro y con buena complesion y robustisidad y no le a- / llan a lo que saben alcansan  cada uno en su siensia / de médico y sirugía, que tenga ocasión de enferme- / dad de contaxio ni otra ninguna, y esto es la ber- / dad, so cargo de su juramento y el dicho dotor es de sinquenta / años, poco más o menos, y el dicho Diego Martín Montalbán de / quarenta años, poco más o menos, y lo firmaron.
            Lo que supuso el permiso a Fernando de Salazar y su hijo para poder entrar en Niebla.
            Esperamos haber contribuido un poco más a conocer pasajes de nuestra historia iliplense. Seguiremos trabajando en este proyecto que tantos buenos momentos nos está dando.


Pelayo Castillo Palacios y Antonio Bonilla Giles


[1] La chirimía es un viento-madera parecido al oboe y de doble lengüeta, trabajada y labrada con nueve agujeros laterales, de los que únicamente seis están destinados a taparse por medio de los dedos. Las había agudas, altas y bajas. Es el antepasado directo del oboe, y muy similar a la dulzaina.