"STAT ROSA PRISTINA NOMINE, NOMINA NUDA TENEMUS"

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El blog de Pelayo Castillo Palacios

jueves, 26 de diciembre de 2013

EL HABITO NO HACE AL MONJE

Paradójicamente he elegido este título para hablar de 3 personas que condicionan en alguna medida de mi quehacer diario. En un resumido escalafón espiritual quisiera dar mi opinión acerca de tres referentes:


El Papa Francisco. Aún recuerdo cuando salió elegido del Conclave y fue nuestro párroco quien me lo comentó, “me gusta, no sé por qué, pero me gusta”, esas fueron mis palabras; hoy me ratifico en lo dicho, con un poco más de conocimiento de causa. Creo en las personas, no en las etiquetas ni en los tópicos (de ahí lo del hábito y el monje); reconozco que en mucha ocasiones mis generalizaciones contra la Iglesia fueron furibundas, pero uno va madurando, aprendiendo (sobretodo a base de palos) a conocer a las personas. Como dice la propia Biblia Por sus frutos u obras los conoceréis (Mt. 7, 15-20). No sé qué deparará el futuro para la cabeza de la Iglesia en la tierra, pero sus obras hasta el momento son esperanzadoras; reconozco que nunca me había sentado a escuchar el mensaje de Navidad del Papa, pero ayer me apetecía y oí una persona cercana, con un mensaje sencillo y universal, el acercamiento hacia los que no creen se parece mucho al ideal de humanidad que yo comparto.


Siguiendo el escalafón, bajaremos hasta nuestro representante episcopal, Don José, con quien he tenido el placer de intercambiar algunas palabras en varias ocasiones… más de lo mismo, desde el primer momento sientes que la distancia se acorta hasta la comodidad de una charla sencilla y agradable. Quizás una rara avis dentro de un mundo episcopal cuando menos chocante por sus posiciones y declaraciones fuera de lugar y tono, pero si en el sorteo (desconozco como se hacen las designaciones episcopales) nos ha tocado D. José, tan sólo se me ocurre decir “que nos dure mucho tiempo”.


Ahora al más cercano, por domicilio y conocimiento, evidentemente no le he consultado para escribir, para no ser condicionado… ya sabéis: mi blog, mis palabras.

 A Marcelino lo podemos encontrar por nuestras calles, siempre activo, siempre trabajando (y dando trabajo). De ideas claras y decididas, lo que puede no gustar a todo el mundo, ya que la adulación sin justificación creo que no tiene cabida en un mundo misionero y, por lo poco que atisbo la congregación a la que pertenece imprime un carácter cosmopolita difícil de entender en un universo reducido a nuestra localidad. Supongo que todavía quedan “románticos” de la sotana hasta los pies y las misas en latín, y esos curas que se atreven a ir en bicicleta, a jugar al fútbol, a romper esquemas tradicionales no son bien vistos; no niego que mi pensamiento revolucionario cuadra muy bien con esta hornada de SVD y por tanto se trabaja muy a gusto. Incluso una excusa, vana en mi opinión, es la del lenguaje “es que no se le entiende” ¿No será que los términos que utiliza son un poco complicados? Marcelino tiene un verdadero problema en mi opinión: su formación; mucho más culto e inteligente de lo que suponemos estudió un castellano académico que no se utiliza en nuestras calles, lo sé por experiencia propia, a veces yo mismo me planteo reescribir las entradas para hacerlas más asequibles, pero cada uno es cada uno. También se le tilda de exigente, pero no solicita más de lo que él mismo hace consigo mismo, le preocupa su pueblo, y mucho, especialmente los jóvenes, que en definitiva son el futuro; es difícil mantenerle el nivel de trabajo, pero merece la pena… de las pegas ya hablaremos en privado.

Con estos mimbres la estructura espiritual creo que la tengo muy bien vertebrada y doy gracias a Dios por ello. Ahora que finaliza el año es tiempo de reflexión y evaluación.


En un pueblo en el que todo gira alrededor del partido político al que votas, de la Hermandad a la que pertenezcas, del bar al que vayas, el equipo de fútbol que te guste, los “hábitos” acaban siendo perjudiciales y nos impiden ver la persona que los viste. Mi consejo para el fin de año es que os relajéis, os acerquéis y, al menos probéis, las personas son como las lentejas “el que las quiere las come, el que no, las deja”. Atreveos a conocer a los demás, no pasa nada, sólo habréis perdido el tiempo… o no.

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