EL BANCO DE TIEMPO

            No Hace mucho oí en la radio una expresión que me obligó a escucharla; aunque parezca un galimatías en realidad no lo es, ya que suelo oír la radio mientras camino, paseo al perro, cocino o realizo otras tareas domésticas, es decir, está ahí de fondo pero sin que sea mi principal punto de interés, de vez en cuando oyes algo que te interesa y comienzas a prestar más atención, con lo que pasamos a “escuchar”. Con esta introducción no se me ha “ido la olla”, viene también muy al caso para explicar que muchas veces nos dedicamos a oír solamente, sin escuchar a los demás.

            Bueno tras este comienzo pseudofilosófico viene lo verdaderamente importante, la expresión que me llamó la atención fue la de BANCO DE TIEMPO; no recuerdo exactamente a qué venía, pero creo que estaba relacionado con alguna asociación local que se dedicaba ayudar a sus semejantes. El caso es que el entrevistado planteaba la necesidad de gastar en los demás, que en esta coyuntura de “vacas flacas” los bolsillos o BANCOS PROPIOS DE DINERO están bajo mínimos, ya no podemos responder igual que antes, justificando nuestra moral con un generoso donativo. Pero poseemos una riqueza que, sin ser inagotable, es gratis y además personal: nuestro tiempo; de esta forma se refería a nuestros BANCOS DE TIEMPO, desde los que podemos invertir en el prójimo, en aquellos que no sólo necesitan soluciones económicas, también afectivas.

            A nivel local me enorgullece ver que existen personas cuyo banco sigue dando préstamos a interés cero; me refiero al “Grupo de teatro del Club Raices de Niebla”. De la mano de Juanma España están invirtiendo su tiempo en hacer disfrutar a los demás y de paso divertirse ellos mismos. Si a este acto altruista por naturaleza se le une la maravillosa intención de ayudar a Andrea con sus tratamientos con la simbólica cantidad que cobrarán por su representación, toda esta palabrería de Banco de tiempo toma cuerpo y razón de ser.

            De entrada este grupo dirigido por Juanma ha conseguido desde mi humilde opinión invertir toda la teoría teatral, normalmente los aplausos van tras la actuación. En este caso e independientemente de los que vengan detrás habéis conseguido que el aplauso sea atronador antes siquiera de subiros a las tablas. Ni que decir tiene que intentaré por todos los medios poder participar en los aplausos posteriores a cualquiera de las representaciones previstas.

Como se dice en el argot teatral…¡Mucha mierda!