"STAT ROSA PRISTINA NOMINE, NOMINA NUDA TENEMUS"

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El blog de Pelayo Castillo Palacios

miércoles, 29 de agosto de 2012

CRUCERO ANTICRISIS


“Este año vamos a…” ¿cuántas veces planteamos esta declaración de intenciones con el sano propósito de realizar algo que verdaderamente nos place, luego vienen el “hoy no”, “mañana tampoco”, “la semana que viene es que…” y así queda postergado para las siguientes vacaciones.
Suelen ser esos pequeños y cercanos tesoros que precisamente por eso, por ser próximos van demorándose hasta el infinito, y lo digo por experiencia: afortunadamente llevamos un buen año de viajes, Granada, Roma… pero ¿y lo cercano?
Bueno pues aquí lo tenéis, UN VIAJE EN LA CANOA DE PUNTA UMBRÍA, o lo que es lo mismo “Un crucero anticrisis”. Como ya se ha convertido en costumbre lo de hacer de viajero cronista, os propongo una sencilla y económica propuesta.
Partamos de una comparación, que a pesar de ser odiosa es real como la vida misma. Mi hijo Gonzalo, como cualquier niño, necesita montarse en la Feria al menos en dos o tres “cacharritos”, a 3 euros cada. Curiosamente el mismo precio del viaje de ida a Punta, la diferencia principal estriba en que el cacharrito en cuestión dura a lo sumo 5 minutos (siendo generosos), mientras que la travesía en barco no baja de 40, interesante ¿verdad?
El mero hecho de ver la cara de mi hijo sentado en la canoa ya compensa el precio de ida y vuelta, pero, seamos sinceros y reconozcamos que todos tenemos un poco o un mucho, según el caso, de niños y disfrutamos igualmente. Como podéis imaginar durante el trayecto cada descubrimiento nuevo llevaba aparejada una exclamación de asombro cuando no un grito y una pregunta aparejada: ¡mira una gaviota! ¡papá una boya! ¡un barco de vela!¡que pasamos por debajo del puente!. Cuando  la primera impresión se ha mitigado y navegamos con la brisa en la cara, dejándonos ese ligero regusto salado de las salpicaduras, se desborda su imaginación y las historias afloran sin continuidad, los esqueletos y antiguos restos de barcos varados hace mucho tiempo se convierten en los “barcos piratas que hundió Jack Sparrow”; entrecierra los ojos para intentar descubrir las “ballenas, tiburones y pulpos gigantes” en la estela que deja el barco, sin descanso se suceden las preguntas sobre las partes del barco, los paisajes que vamos dejando, etc. etc. etc. Como podéis imaginar es agotador, pero merece la pena por todas estas razones.
Ahora bien, no queda aquí, tenéis dos opciones, hacer ida y vuelta del tirón, o dar un paseo por Punta Umbría y coger la canoa dos horas después, esta es más aconsejable, es más, hay una magnífica actividad para cubrir esas dos horas: el turismo cultural, en su vertiente gastronómica.
Justo frente al muelle de la canoa hay un bar donde según pone en la puerta se vende “El rey del ponche de Huelva”. Para los que no lo conozcáis, el ponche es una especie de sangría, con sus trozos de melocotón y un poco más cargada de licor; la sirven muy fría y entre las 13:00 y las 14:00 acompañadas de una sardina por el mismo precio, un euro; es decir, por 2 ó 3 euros te vuelves a Huelva medio comido y con el alma confortada a base de ponches, la oferta es para cualquier bebida, pero al fin y al cabo no tenemos que conducir la canoa de vuelta.
En definitiva, por unos diez euros tienes dos viajes en canoa y un aperitivo más que suficiente, además de una experiencia única que compartir con la familia.
Mucho más que aconsejable, y para muestra un botón, o ¿no se nos nota felices a los dos “lobos de mar" de la foto?


2 comentarios:

  1. Ya lo creo, Pelayo; yo no me monto en la canoa desde pequeña, pero en el Adriano III de Cádiz al Puerto de Santa María sí que lo he estado haciendo por lo menos seis años seguidos, era más que maravilloso, la sensación de las mil gotitas de agua en la cara, las olas que forma el barco, la vista, todo, todo, es más que inspirador. No dejéis de hacer ese ratito de navegación a menudo, y con el premio que trae después, ese ponche, ¡no te veas!
    ¡¡Besos apretaos!!

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  2. ¡¡¡El "Vaporcito del Puerto"!!!
    Aún puedo saborear el cartucho de pescaito frito de la Plaza Mina de Cádiz y ya hace más de 20 años que lo cogí por última vez Jana; en Cádiz o en Huelva ese arrullo del mar es fabuloso en cualquier lugar. Como bien dices hay que aprovechar los ratitos agradables que te da la vida, y creo que Gonzalo no me dejará en el olvido el paseo.
    Por cierto, aprovecho para felicitarte con un poquito de antelación, no recordaba que nuestros cumpleaños estaban tan cerca.
    ¡Besos apretaos!

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