"STAT ROSA PRISTINA NOMINE, NOMINA NUDA TENEMUS"

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El blog de Pelayo Castillo Palacios

martes, 24 de julio de 2012

ROMA CAPOCCIA, PARTE I


Bueno, ya sabéis que no se decir no a un amigo, y al final me veo en unos berenjenales de aúpa. A petición de Carlos os haré una crónica a mi modo del viaje a Roma que actualmente estamos haciendo.
Antes de nada y como dicen en las películas americanas de serie “B”, “Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia”, probablemente os llenaré de consejos que sean incorrectos o que no os sirvan para nada, pero tened en cuenta que lo hago desde mi sencilla opinión y con la mejor intención del mundo. Si algo de esta perorata que os espera os sirve, me alegraré enormemente, en caso contrario, sólo tenéis que esperar hasta el día 2 que acabe el chaparrón.
Utilizando un chascarrillo que siempre me ha gustado empezaré por mi máxima favorita: Como decía Jack el destripador: vamos por partes. El viaje en avión ya mereció la pena, si tenéis niños pequeños, como es el caso de mi hijo Gonzalo, no podéis perder la ocasión de sentaros junto a ellos y mirarle a la cara durante su primer vuelo, el despegue, la tierra, las nubes, las islas, el mar, el aterrizaje, ya merecen la pena haber pagado por todo el viaje.
Pero para tener una jornada de contrastes, lo primero que nos recibe en Roma es la lluvia, sí tal y como suena, salimos de Sevilla con un calor propio de julio y llegamos a Italia lloviendo a mares, en este sentido tampoco los romanos son diferentes a nosotros, cuando caen dos gotas, la ciudad se llena de atascos y paraguas (bueno, en el tráfico sí son un poco distintos pero luego os cuento). No puede por menos que acordarme de una canción de Antonello Venditti, Roma Capoccia, que en uno de sus versos dice “quanto sei bella Roma, cuando piove” (Qué bonita eres Roma, cuando llueve). Así que la he utilizado para titular esta primera entrada.
Este primer día se llega tan cansado que tan sólo quieres cenar algo e irte a la cama, bueno también da tiempo para comprobar que el wi-fi funciona y que algún amigo te ha “vendido una moto” como las vespas que circulan por aquí esquivando coches y peatones.
Sobre el alojamiento irá mi primer consejo. Por razones principalmente económicas suelo alquilar apartamentos en mis viajes (con cinco de familia o tienes pasta larga o no puedes), pero además posee ventajas adicionales. La primera es que verdaderamente puedes llegar a sentir como viven los romanos, en este caso, cruzarte por la escalera con tus nuevos vecinos y que te saluden sonriendo con un “Buon giorno”, para luego indicarte que dos calles más abajo hay un puesto de fruta y verdura que te saldrá más barata que en el super del barrio, si a eso le incluyes que el puesto lo regenta una familia simpatiquísima que te da a probar todo antes de vendértelo y que te aconseja sobre lo que está más o menos maduro, miel sobre hojuelas.
 El recibidor de nuestra nueva casa

Otro consejo de vecinos, los habitantes de una ciudad no suelen tener comisiones por mandarte a un restaurante u otro, de esta forma, la primera noche descubrimos un pizzaforum que colmó todas nuestras aspiraciones, no os podéis perder las pizzas romanas (más finas que las napolitanas), así como los spaghetti all’amatriciana, plato típico de Roma y que con una buena cerveza repone totalmente tus maltrechas fuerzas.
La primera mañana toca hacer las compras, más trabajo, pero también más economía y cercanía a la gente del barrio, organizarlo todo y después de comer las primeras visitas turísticas. Hoy segundo día de lluvia, pero sin la suficiente fuerza como para acobardarnos.
Ya os adelanté algo sobre el tráfico en Roma, creo que aquí las rayas del suelo que nosotros llamamos “pasos de peatones” sirven para marcar el lugar donde acelerar y acojonar a los turistas, con deciros que los conductores que más cerca nos pasaron fueron cuatro monjas de blanco en un Fiat justo delante del semáforo de Santa María la Mayor, también es cierto que la diferencia entre el romano y el turista está no sólo en la ausencia de cámara fotográfica sino en la habilidad del nativo para cruzar por donde le apetece recortando coches como si fueran vaquillas, todo esto debe ser normal porque nadie pone cara de susto ni se insulta.
Hoy, entre otras, también ha tocado la Fontana di Trevi, una maravilla de fuente, la verdad, y no porque lo diga yo, sino porque te tienes que pelear con cientos de turistas (no exagero) para poder acercarte al borde y lanzar una moneda ¿hay quien pague más por unos codazos? Pero no todo es tan negativo, la plaza está llena de heladerías (y aquí me paro para hacer una reverencia) ¡qué helados!; siempre he sido un forofo de los helados y los pasteles, y cuando quiero valorar no me voy a sabores distintos o cosas raras: uno de chocolate, sencillo y común, pero que te da la posibilidad de comparar; si nosotros lo trajimos desde América, estos italianos al enfriarlo han hecho maravillas del paladar. Sin duda imprescindibles en Italia.
 Fontana di Trevi

Un largo paseo de vuelta, desde el autobús no se ve bien la ciudad, desde el Metro ni bien ni mal, simplemente no se ve y a descansar para mañana recomenzar el viaje y la crónica.
Por cierto, para datos, historias y visitas guiadas usad internet, lo mío son consejos de pueblo, útiles y sencillos.


2 comentarios:

  1. Con vosotros no necesitamos salir de Niebla. Y, por cierto, el helado de chocolate... para chuparse los dedos.
    Me quedo en tu blog.

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  2. Hay que salir de Niebla, por muy bien que se cuenten las cosas, vivirlas en primera persona es fascinante.
    Sabes que eres muy bienvenido.
    Gracias por quedarte.

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