“Una
imagen vale más que mil palabras”
Y eso me ha sucedido a mí cuando recibí algunas fotos de
mi amigo Antonio, especialmente una que os cuelgo para que la disfrutéis y que
me ha motivado literariamente, no es mi especialidad, pero de vez en cuando me
tomo una licencia artística que intente mostrar lo que mueve dentro de mí una
imagen, especialmente si es de nuestra NIEBLA.
¡¡Gracias amigo!!
Asomada desde el pretil roqueño del puente, coqueta como
la mujer madura frente a su espejo de bronce, busca en el suave trascurrir del
agua dulces y gloriosos años de juventud cuasi olvidada.
Con los sólidos pies de muralla sumergidos en el bermejo caudal aproxima sus oídos al rumor de piedras y aguas que danzan junto al molino;
busca voces pretéritas, lenguas extrañas
y extranjeras que la admiraron y cantaron tantas veces; algunas, ébrias de poder
te violentaron dejando profundas cicatrices en la piel de tapial.
Hoy
el invernal sol apenas si conforta tus doloridos huesos, curtidos por siglos de
abandono e indiferencia, injusto castigo de unos hijos ignorantes de la belleza
materna.
Deseo quererte, acariciar esas venerables arrugas que
tanto han aprendido y que tanto callan para no ofender, pero sólo tengo tus
huidizos reflejos en el agua del Tinto, reverberaciones matizadas por las
sombras del poniente. Lleno de frustración camino por las orillas, impotente
ante tu desamparo; intento fijar en mi retina un recuerdo para el alma, pero se
va, marcha como las coplas manriqueñas hacia la muerte del mar, navegando por
unas aguas cada vez menos rojas, carentes de sangre indispensable para la vida
que se apaga.
Comparto tu cansancio, cierro los ojos y juego a
transformarte, a convertirte en la altiva al-Hamra defendida hasta la extenuación;
pero no dejan de ser anhelos de tiempos pasados, jugarretas de la ilusión que
tan sólo dejan un poso agridulce en el corazón, trazas de sentimientos
iliplenses… Reflejos de mi Niebla.