"STAT ROSA PRISTINA NOMINE, NOMINA NUDA TENEMUS"

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El blog de Pelayo Castillo Palacios

miércoles, 27 de abril de 2011

GAROÉ

Acabo de leer “Garoé”, de Alberto Vázquez-Figueroa, este autor como ya sabéis por artículos anteriores, es uno de mis preferidos, aún diría que es mi favorito.
Comencé a leer a Vázquez-Figueroa en el año 1985, cuando Eduardo, un canario y mi compañero de litera en la Academia me dejó un libro “de un paisano suyo”, recuerdo que era “Vendaval”, desde entonces he esperado ansioso cada año a que las librerías publicasen algún nuevo ejemplar de este autor; sinceramente no sé cuantos han sido ya (creo que no bajaran de 40 títulos), igualmente reconozco que algunos como “Tuareg” lo habré leído no menos de 5 veces; pero lo que más me engancha de Vázquez-Figueroa es su sencillez en el lenguaje, las magníficas descripciones de lugares lejanos y exóticos así como sus costumbres.
Cada vez me sorprende con algo nuevo, en esta ocasión, en “Garoé” he encontrado la mejor definición de amor entre un hombre y una mujer que jamás haya leído, en un marco tan agreste como la isla de El Hierro, la novela se hace enormemente corta (de hecho la compré ayer).
Otra joya de la literatura de este canario universal.
Os la recomiendo

lunes, 25 de abril de 2011

DIARIO DE UN CAPATAZ DEL NAZARENO

            Miércoles Santo, 10 de la mañana y mientras suena el móvil aparece en el dial “tomascostalero”, ¿cómo estará el tiempo, saldremos, has mirado en internet? – tranquilo Tomás es muy pronto, pero salimos, seguro. Apenas cuelgo de nuevo el móvil, “selucostalero”, mismas preguntas, idénticas inquietudes y así hasta tres veces más cada uno hasta el mediodía, cuando ya el sol se ha abierto paso en un cielo cada vez más azul.
            Llegamos a Niebla, comemos con mis padres y me voy solo a tomar un café, no me quedo en casa a descansar un rato, no me apetece (o no puedo). A las cuatro de la tarde la plaza está desierta, me planto con mi mp3 delante de la puerta de la iglesia y repito sobre los pies hasta 4 veces Reo de muerte, la marcha de la salida.
            Las seis de la tarde y Manolo (Candiles), puntual como un reloj me espera en la casa de Hermandad para terminar de poner las marchas, sacamos los relevos y voy a cambiarme, el traje oscuro espera planchado sobre la cama, junto a él la medalla, el listado de relevos y la fotografía que todos los años nos regala Sebastián.
            Pañuelo en la muñeca, fotografías, abrazos, los mejores deseos y nervios fuera; tras la puerta nos espera Niebla. En estos momentos no hay persona en quien confíe más que en Sebastián (nuestros ojos) y José Luís (nuestra voz). Marchas y aplausos: la bendita calle que tanto ansiamos.
            Calle Hermanos Monsálvez y acaricio el martillo para mi primera levantá, como todos los años: a las madres, a las esposas, novias, hijos y todos aquellos que se quedan en casa mientras la noche de los viernes ensayamos; para el momento la persona elegida: Lola, madre y esposa de costalero y capataz, se me quiebra la voz cuando llamo y Selu contesta “¡a los cables, os quiero ver volar!”, y ¡vaya si vuela! Hasta el cielo para caer a plomo sobre los cuellos costaleros. Con un crujido se rompen la primera trabajadera y nuestras ilusiones por realizar la estación de penitencia.
            Unas manos salvadoras consiguen reparar el desastre y podemos continuar, sin levantás al cielo, como antes, a pulso, pero con un andar que tras los nervios iniciales y lógicos lleva al nazareno con paso majestuoso al encuentro de la Señora.
            Luego la cuesta de San Miguel, me separo del paso y sólo lo contemplo: trabajo de costalero, andar bien hecho, libertad para el boquilla que se luce empalmando marchas, la trasera de San Martín vuelve a ser un año más la chicotá más sentida.
            En la Plaza de la Feria los dos nazarenos frente a frente, en un relevo silencioso añoramos los años vividos con el anterior y soñamos los que están por venir con el actual. Continua el paso firme y quedo hasta la apoteosis de Santa María, otra vez golpea las zambranas del paso la poderosa saeta de Sebastián y al templo, a casa, hasta que, inmisericorde, el último golpe de martillo precede al ¡ahí queó! de Sebastián. Ahora todos a esperar a nuestra madre, La Virgen de los Dolores, despidiéndose del intenso Miércoles entra en el templo iluminada por su candelería, destacando el cirio de “luz de vida”.
Con sonrisas cansadas pero satisfechas nos citamos para el Viernes, si el tiempo lo permite.

jueves, 14 de abril de 2011

EL CEREZO

            Os dejo otra “perla”, aunque debería decir “cereza” de Cristina, saboreadla despacio….


EL CEREZO
   Lo siento.
   Lo siento.
   Lo siento, amor.
   Todos nuestros caminos los recorrí sólo para llegar hasta ti y…. A veces corría como las gacelas del Serengueti, otras volaba como el tucán del trópico, algunas trotaba como el caballo español, y las últimas gateaba cual bebé recién nacido, pero te juro, cielo, que nunca paré de ir hacia vosotras. Aunque hubiera tenido que nadar por todos los océanos de este planeta hacia la isla que nos cuidaba como una madre antes de castigarnos como un Dios vengador.
   Y era el miedo, amor, lo que me frenaba, y no la falta de gasolina o el cansancio. Ni siquiera las réplicas que una y otra vez me sacudían y dejaban tan indefenso que en ocasiones me creía morir. Luego pensaba en ti y en …,y decidía volver a levantarme y dirigirme a nuestra casa rápido, muy rápido, mucho más rápido.
    Pero, amor, tengo mucho miedo y no disfruto demostrándolo, pero ya todo me da igual. No paro de preguntarme si estáis bien, y no hay mantra capaz de hacerme olvidar los oscuros presagios que me envuelven cuando pregunto por ti. Y lo siento, amor, en mi cabeza aparece nuestra casa envuelta en llamas, con tu cerezo, ese que plantaste como símbolo de nuestra vida, tronchado de la virulencia.
   Y lloro, amor, claro que lloro, aunque pienso que estaréis bien, acaso con rasguños causados por trastadas de la niña. Se parece tanto a ti que a veces parece que he viajado en el tiempo y te estoy viendo ser la niña tierna y feliz que fuiste hace ya años.
   ¡No, no debería haber hablado de ella! Si por ti tengo miedo, amor, por ella siento terror. Es tan pequeña, tan frágil, tan dulce,…¡¡No, no puedo pensar en ella, me paralizo y tengo que seguir!!
   Comienzo a ver el bosquecillo de casas de nuestro barrio y siento como el corazón me impulsa a salir corriendo hacia vosotras, mientras la cabeza aúlla que huya de allí.
   Como hierba seca. Como un castillo de naipes. ¿Y las farolas? ¿Y los jardines cuidados? ¿Y los carteles de “SE VENDE”? Volado, todo ha volado como Dorothy en “El mago de Oz”. Pero no debo pensar, debo correr, volar, trotar, gatear.
   Si no fuera por el cerezo, amor, no hubiera encontrado la casa. Insultante, irreverente, está de pie, más fuerte y bello que nunca. ¿Eso quiere decir que estáis bien? Ruego a todos los dioses que existen, existieron o existirán, que sea verdad.
   De repente, mi corazón se paraliza durante apenas un segundo eterno. Tu bolso asoma entre lo que parece ser nuestro garaje. ¿¡Estás aquí!? Lloro, grito y aúllo mientras mis piernas dejan de responder y el dolor me envuelve con su manto putrefacto. Amor, amor, despiértame de esta pesadilla y dime que vamos a desayunar, que la niña no te ha dejado dormir, que llego tarde al trabajo, que no me soportas, pero que me quieres más que a tu vida. Tu vida…
   ¡NO, NO PUEDES ESTAR! Me arrastro hasta el garaje e intento entrar, mientras miles de cascotes me rodean y grito una y otra vez tu nombre. Y otra vez se para mi corazón, esta vez para romperse. Estás…
   Lo siento, amor, se te manchó el uniforme de trabajo, pero sigues tan bella como siempre.
   Lo siento, amor, debí llegar antes, pero tú sigues siendo tan paciente.
   Lo siento, amor, debí morir contigo, pero… ¿me sigues queriendo?
   ¡Cerezo mentiroso, me engañaste! Me dijiste que estaba bien y no lo está, no está aún estando aquí.
   Y lo peor es que te ves tan débil, amor,…Tú, que cada día sostenías nuestra vida; tú, nuestra cabeza y corazón; tú, parte de mí y de ella. Ella… ¡Ella!
   ¿Dónde está, amor? ¿Dónde está ella? Mis fuerzas regresan, porque ella debe estar bien, con su chupete, su osito y su pequeño diente. ¿Dónde está? ¡Contéstame, amor! ¿No me oyes, acaso? ¡Inténtalo, dime dónde está! Y grito su nombre con desesperación, la necesito, mi vida sin ella,…, no hay vida, no la quiero.
   Amor, dime dónde está. No quiero dejarte sola, pero tengo que encontrarla y decirle que todo irá bien, así que procura no irte lejos, por favor.
   En el salón la porcelana rota me indica que no la han visto. En la cocina el arroz desperdigado me anima a seguir buscando. Y en su cuarto,…, en su cuarto sus muñecos me cuentan cuánto la echan de menos. No puedo más que llorar con su nombre y el tuyo en mi llanto.
   Desisto, amor. Me vuelvo contigo y contigo estaré por siempre, haya o no haya otro mundo en el que poder encontrarnos. Pero antes nuestro cuarto sigue estando intacto, y no evito, aunque pudiera, recordar. Tantos días, tantos ratos juntos allí, sin querer salir de nuestro mundo de cuatro paredes que, aunque pequeño, para nosotros era suficiente.
   Tampoco puedo evitar preguntarme cuántos, amor, cuántos hogares estarán como el nuestro. ¿Cuántos padres, madres, hermanos, abuelos, hijos, habrá enterrados entre las ruinas de nuestro mundo? ¿Y cuántos sufren como lo hago yo? Este ya no es el país del sol naciente, amor, es el país del sol muriente, donde un maldito temblor destrozó nuestra sencilla y amada vida. Ya no me queda nada, ni a mí ni a nadie, tan sólo el deseo de terminar con este sufrimiento eterno en esta estúpida vida en la que ya sólo hay una oscuridad impenetrable.
   Pero se ilumina todo.
   Pero hay una esperanza de que nuestra vida, nuestro país, florezca de nuevo.
   Pero de nuestro armario sale una voz que me dice papá.
   Pero el cerezo no mentía.
Cristina Castillo Martín                                                               I.E.S. Nieves López Pastor      2º de Bachillerato A


domingo, 10 de abril de 2011

LA PRIMERA CIUDAD

Tradicionalmente se ha atribuido el urbanismo de esta parte de Andalucía a la influencia del mundo oriental (micénicos, fenicios, griegos, etc), pero recientes estudios están poniendo de manifiesto un sustrato cultural autóctono más potente de lo que se pensaba, recordemos el anterior artículo donde, irónicamente, hablábamos de unos fenicios “ultramodernos” que llegaban a las costas onubenses para enseñarles todo a unos indígenas con taparrabos.
            Las últimas excavaciones que se hicieron en la zona del callejón de la ollita, con motivo de poner en valor el mismo así como afianzar la muralla musulmana, dieron a conocer restos de una muralla sin precedentes en el mundo orientalizante del SO español y que podemos ubicar entorno a los siglos VII-VI a.C. Como he dicho se excavaron restos de lienzo de muralla y dos bastiones fabricados con la típica piedra de calcarenita de Niebla, lo excepcional es que esta muralla se retrotrae hasta el siglo X a.C.
            Es obvio que la existencia de una muralla indica una intención urbanística donde una ciudad (aún por excavar) se protegía con unos elementos defensivos en forma de muralla apoyada en bastiones que se extenderían por la parte alta de la ciudad, cubriendo posiblemente un cuarto de la superficie de lo que ahora rodea la muralla musulmana.
            De esta forma encontramos un núcleo poblado y amurallado hace ya tres mil años en nuestra ciudad; el problema es la carencia de excavaciones hasta estos niveles en el interior de este recinto fortificado, con lo cual tendremos que seguir esperando para conocer más sobre la primera Niebla (su extensión, la forma y capacidad de las viviendas, los edificios comunales y públicos, etc.)

en la foto podemos ver la reconstrucción de uno de los bastiones semicirculares (abajo a la derecha)